Ya casi traía su fleco tapándole los ojos y ni qué decir de sus kilométricos gallazos. Así es que el pasado fin de semana, aprovechando que estabamos paseando por Plaza Altabrisa, decidimos llevar a Danny a la peluquería, donde muy quietecita dejó que la estilista la dejara bien chula...¡hasta su certificado y una bolsita con un poco de su pelito nos dieron como recuerdo!
La peluquera le decía que se portaba muy bien, tranquila...
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