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Al fin, ayer domingo 4 de octubre, metimos los pies de Danny en otras aguas que no eran las de su bañera: el chapoteadero de sus abuelos. No pudimos meterla toda porque se mojaba el pañal y su ropita, creo que fue por eso que empezó a llorar. Y es que a diferencia de sus baños en casa aquí nada más pudo sentir una "mini-probadita" del agua. No te me desesperes, Daniela...en otra ocasión prometo dejar que nades como pez en el agua.
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