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Desde recién nacida (y aún desde antes, en la panza de su madre), a Daniela siempre le gustó estar en movimiento y la hamaca no fue la excepción. El hecho es que cada noche tenemos que estar moviendo su hamaca cuando la acostamos dentro de ella, si dejamos de moverla amenaza con llorar.
Después de largas noches de detenida observación llegué a la conclusión de que debíamos hacer algo. Es así como surgió mi costosísimo invento del año: ¡¡la hamaca con control remoto!!! Amarramos el cable que sirve para cargar la batería del celular a un extremo de la hamaca de Daniela y del otro extremo mi mano meciéndola desde la comodidad de mi cama mientras veo la tele (ojo: si estamos sentados en la silla de la computadora o más lejos en la mecedora, empatamos dos cables para alargar su extención).
Todo ello, me hace llegar a una conclusión: o soy un padre imaginativo...o -lo que es más seguro- soy el más "huevón" de los padres!
...Sea como sea, cuando se es padre o madre hacemos de todo por nuestros hijos: si lo tenemos se lo damos y si no existe, lo inventamos (¡chale, me escuché bien Arjona!).
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